domingo, 1 de noviembre de 2009

Olas

Una de las cosas que más me gusta de vivir en Asturias es tener el mar cerca y poder ir de vez en cuando a dar un paseo por la playa, incluso en invierno, e incluso por la noche.

Además, en Asturias se pueden disfrutar de bonitas vistas desde los acantilados, viendo cómo rompen las olas contra las rocas. La verdad que me gusta disfrutar de esa posibilidad, por la vista de las olas en movimiento, y por el sonido que se produce.

El caso es que uno nunca sabe porqué le pueden gustar esos momentos, y a veces, intentando racionalizar las sensaciones, se intenta analizar cuál es el sentimiento que te producen y porqué te gusta ese momento.

A mí, esos momentos, mirando al mar, siempre me recuerdan un poco a la vida, con cosas buenas que vienen y se van, en continuo movimiento.

Sin embargo, el otro día, alguien me dijo que lo que le parecía interesante era la sensación de falta de libertad, como que el mar quería meterse en la tierra, pero las rocas no le dejaban.

En estas cosas tiendo a generalizar, y de lo que es una simple interpretación del mar, puedo llevarlo a una visión de la vida, o incluso de las parejas.

De esa forma, para mí la vida, y las parejas, son un continuo movimiento, una especie de negociación en búsqueda de un equilibrio que casi nunca se produce.

Pero según esa otra interpretación, la vida, y las parejas, pueden ser una continua búsqueda de libertad, donde uno siempre tiene que luchar contra las rocas para intentar hacer lo que quiere, o al menos tener la sensación de haber luchado por hacer lo que quiere.

Yo prefiero seguir viéndolo como un movimiento que va y viene, porque si lo veo como una lucha por la libertad, me agobio pensando que no lo voy a conseguir...porque ¿existe la libertad absoluta? ¿Cuántas veces las olas sobrepasan las rocas?

2 comentarios:

Sergio Fernández dijo...

parece una reflexión de un surfero ;-)

Guti dijo...

a veces, intentando racionalizar las sensaciones, se intenta analizar cuál es el sentimiento que te producen y porqué te gusta ese momento.

No creo mucho en esa posibilidad. Salvo que uno asocie lo que ve con momentos concretos ("estar nosedónde me recuerda a cuando iba con mi padre", o cosas así) racionalizarlo viene a ser como la interpretación de los sueños.

Está bien la reflexión que haces luego (¡menudo tema!) pero creo que hay cosas que nos gustan porque sí, sin alegorías.

Al fin y al cabo, así funciona muchas veces el arte.