lunes, 13 de julio de 2009

Saber perder

La semana pasada terminé el libro Saber Perder de David Trueba. El libro lo compré porque escuché una entrevista a su autor en la radio y me pareció que podría ser interesante. Luego, tras comprarlo y empezar a leer las primeras 10 páginas estuve a punto de abandonarlo porque tiene un estilo que nunca había visto, en el que cuenta trozos de historia de adelante hacia atrás, con los diálogos camuflados dentro de los párrafos. Éso hace que la primera sensación que uno tiene es que es un tostón con mucho rollo y pocos diálogos. Pues todo lo contrario.

El libro está lleno de diálogos y es muy ameno de leer. Tanto, que cuando te enganchas, te vas metiendo dentro de la historia de los personajes y te da pena que se termine el libro. Desde luego, si hubiera otro libro similar o una segunda parte de éste, me lo compraría.

Y es que el libro habla de la vida cotidiana de una familia, con sus historias que parecen normales, pero que no lo son. Sus sentimientos y su deambular entre la sociedad en la que vivimos.

Una de las personas es un jugador de fútbol argentino fichado por un equipo español de primera categoría que vive una historia de amor. Otra, de un señor de mediana edad que se enamora de una sudamericana que cuida los niños de una vecina, y la última, de un abuelo de unos 70 años que se engancha con una prostituta africana.

Como ya dije, cuando te enganchas con las historias, los personajes parece que forman parte de tu entorno y te da pena que les pasen cosas malas. De hecho, las historias no terminan bien y desde el principio, parece claro que no iban a terminar bien. Pero uno no pierde la esperanza mientras lee el libro de que en una segunda parte, las cosas vayan a mejor. De hecho, yo creo que el libro no transmite un mensaje negativo ni pesimista, sino todo lo contrario.

Además, el libro pone en boca de sus personajes unos cuantos pensamientos que te hacen reflexionar. Como de costumbre destaco algunos:

Si pudiéramos exponer a la luz las miserias de las personas, los errores, las torpezas, los crímenes, nos encontraríamos con la penuria más absoluta, la verdadera indignidad. Por suerte, [...] cada uno llevamos nuestra secreta derrota bien adentro, lo más lejos posible de la mirada de los demás. [...] Comprende lo duro que debe ser para una padre mostrar a su hijo la cara más lamentable, más vergonzosa. No se concibe que los hijos juzguen a sus padres, les deben demasiado.[...]


...prefieres que te llamen imbécil a que te digan que te quiero, por eso ahora te escribo: eres imbécil, amor mío, eres imbécil.


El fútbol es un deporte muy raro al que juegan unos eternos adolescentes descerebrados y millonarios pero que mueven una maquinaria que hace feliz a cientos de miles de descerebrados mucho menos favorecidos económicamente.