lunes, 11 de febrero de 2013

Tercer opción económica

Hace tiempo, una economista me dijo que había 2 modelos económicos fundamentales:

  • Invertir: que consiste en gastar el dinero disponible para comprar o hacer algo, esperando que dicho gasto acabe retornando (el famoso ROI, retorno de la inversión).
  • Ahorrar: que consiste en mantener el dinero sin gastar, esperando que el dinero produzca beneficios por sí mismo, o al menos, esperando a que aparezca algo en lo que se pueda invertir.
Según esa economista, la mayoría de las decisiones económicas se pueden agrupar en esas dos posibilidades. Cuando ella me lo dijo, se refería en concreto al intento que se estaba haciendo de aprovechar la reforma de Bolonia para cerrar centros universitarios, con la idea de que si se cerraban centros, se ahorraban costes. Según su punto de vista, esa idea era muy simplista, porque un Centro universitario debía verse como una inversión y que aunque se ahorrasen costes a corto plazo, la inversión traía beneficios a largo plazo.

Desde entonces, cuando aparecen noticias económicas, siempre intento verlas desde esa perspectiva (sí ya sé que es muy simple, pero yo no soy economista, ni quiero serlo). Por ejemplo, con el tema de la crisis, aparecen 2 modelos, el de los que dicen que hay que recortar (que desde mi punto de vista sólo conduce a que mucha gente lo pase mal), y el de los que dicen que la alternativa no es tanto recorte, sino más inversión, aunque en estos tiempos, es difícil ver en qué se puede invertir y desde mi humilde opinión algunas de las grandes inversiones realizadas en España no fueron las adecuadas.

En la economía familiar, también se pueden apreciar las dos tendencias, la de la gente que ahorra costes, y la de la gente que invierte. El problema surge cuando la cosa está tan mal, que no hay dinero ni para ahorrar ni para invertir, solamente deudas de inversiones que no han retornado beneficios. Ejemplos extremos serían las personas con hipotecas que no pueden mantener y que pierden su trabajo. Es una verdadera lástima, y son situaciones que ojalá no se produjeran.

El caso es que ambas soluciones, "ahorrar" ó "invertir" parecen dos caras de la misma moneda que pueden plantearse en un modelo económico estable, pero que en un momento de crisis, no parecen resolver nada.

Estos días, estoy viendo lo que podría considerarse una tercera opción y se podría bautizar como "romper". Esta opción consiste en romper el modelo económico intentando salir del contexto en el que uno está metido. 

Los mejores representantes de la opción rompedora serían las personas que cogen sus cosas y se van a otro país a buscar otras posibilidades rompiendo el contexto en el que están. Desde luego, no se puede considerar que estén ahorrando, pero tampoco que estén invirtiendo (a lo mejor se podría decir que invierten en un futuro incierto...). El caso es que tomar ese tipo de decisiones requiere una gran valentía y puede generar situaciones personales muy complejas.

En mi caso, gran parte de mi familia fueron emigrantes (tengo mucha familia en Argentina y Cuba, familiares de mis abuelos, y mis padres mismamente se conocieron en Suiza), por lo que el tema de la emigración me toca muy cercano y siempre me han interesado las historias de emigrantes. He tenido la suerte de poder reencontrar a parte de mi familia argentina y gracias a los numerosos viajes a Chile, también he podido contactar con muchos descendientes de emigrantes. 

De hecho, el mundo actual no podría entenderse sin considerar los flujos migratorios que han venido dándose en todos estos siglos. Seguramente, muchos emigrantes optaron (sin pensarlo) por la tercera opción económica de cambiar el contexto y buscar nuevas alternativas de futuro.

Estoy pensando cuál podría ser equivalente de esa opción en el terreno macroeconómico, por ejemplo, en la economía de un país, España, como país, no puede coger sus cosas y emigrar yéndose a otro continente (a lo mejor no era mala idea). Aunque probablemente sí puede intentar cambiar de contexto y romper el modelo en el que está. Como ya dije que no soy economista y no voy a seguir profundizando en esa línea, pero al pensarla, se me ocurrieron algunas opciones que podrían ser interesantes.

Este artículo va dedicado a una persona aproximadamente cada 10 años de su vida ha cambiado de país y casi de continente, y recién ha cumplido los 30.

1 comentario:

Guti dijo...

Los economistas tienen una suerte que no sé cómo lo hacen. Después de lo que ha ocurrido, después de haber quedado en evidencia, siguen teniendo el mismo predicamento que antes. Apenas han sufrido un desprestigio que, por otro lado, merecerían.

Estamos haciendo caso a gente que nos ha subido en una bici. Tienen media idea (tampoco mucha) de cómo mantener la bici en movimiento, a base de pedaladas irregulares e inseguras, evitando el batacazo por aquí y por allá, pero siempre en línea recta hasta el infinito.

Pero si la bici se detiene, evidentemente deja de funcionar como tal bici; no se puede mantener en equilibrio una bici parada. Y los economistas no conciben, no contemplan, no pueden ni imaginar, que la bici se pare. Simplemente, no lo han previsto. Para ellos no existe eso de echar el pie a tierra y continuar andando, o en coche, o sentarse. No existe más mundo que esa bici, en equilibrio inestable.

Es evidente que una bici no puede andar indefinidamente, pero no son capaces de manejar ninguna otra opción (y la teoría de inversión vs ahorro no se sale de ese marco ortodoxo).

La tercera opción que mencionas pasa por que alguien se plantee bajarse de esa bici y explique cómo se puede vivir sin pedalear, o pedaleando a ratos, o en círculos, o... Pero no esperes que lo hagan los economistas.